¿Se imaginan que pasaría si tratáramos a nuestra Bíblia de la misma forma que tratamos a nuestro celular?
¿Y si siempre pusiéramos nuestra Biblia en la cartera, en el maletín, en el cinturón o en el bolsillo del traje?
¿Y si le diéramos una ojeada varias veces al día?
¿Y si nos volviéramos para buscarla cuando nos la olvidamos en casa o en la oficina?
¿Y si la usáramos para enviar mensajes a nuestros amigos?
¿Y si la tratásemos como si no pudiéramos vivir sin ella?
¿Y si la diéramos de regalo a los chicos, para su seguridad, y para estar tranquilos?
¿Y si la lleváramos cuando viajamos, en caso de necesitarla como auxilio y ayuda ?
Al contrario del celular, la Biblia no se queda sin señal. Nos podemos conectar en cualquier lugar.
No precisamos preocuparnos por la falta de crédito porque Jesús ya pagó la cuenta, y los créditos no tienen fin.
Y lo mejor de todo: no se corta la comunicación, y la carga de batería es para toda la vida.
‘Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano’ Isaías 55:6
martes, 24 de septiembre de 2013
domingo, 22 de septiembre de 2013
Reflexión
"¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.
Todo aquel que niega al Hijo tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre." 1 San Juan 2:22,23
Los Garadiábolos
Este fraude se popularizó en la década del 70 en Puerto Rico, donde un individuo identificado como Alfredo Garamendi publicó el libro “El hombrecito de México” (1977) alegando que se trataba de "seres extraterrestres”. La prensa mundial reprodujo con profusión, la espantosa imagen de este supuesto ‘hombrecito submarino’, apresado al parecer por unos pescadores ante las costas de México.
Se trata, simplemente, de peces a los cuales les cortan las aletas para aparentar brazos, seccionan su cola en tres partes; dos de las mismas las convierten en piernas y la central en cola, se le aplasta y se le pone a secar, quedando al final viéndolo de frente, una criatura bastante fea, con colmillos y con ojos como de gato. Lo más común es que utilicen alguna de las 116 especies de Rhinobatidae, más conocidos como peces guitarra, aunque también se utilizan mantarrayas.
El negocio es considerable: aumento de turismo de gente interesada en los fenómenos paranormales que, a precio generosamente razonable, pueden adquirir su “extraterrestre” auténtico, que será orgullosamente exhibido entre amistades y creyentes de los platillos voladores. En algunos lugares del mundo preparan estos animales, como talismanes u objetos de brujería.
El negocio es considerable: aumento de turismo de gente interesada en los fenómenos paranormales que, a precio generosamente razonable, pueden adquirir su “extraterrestre” auténtico, que será orgullosamente exhibido entre amistades y creyentes de los platillos voladores. En algunos lugares del mundo preparan estos animales, como talismanes u objetos de brujería.
La Verdad
viernes, 20 de septiembre de 2013
El truco del lago Ness
En 1934 centenares de periódicos del mundo se hacían eco en sus portadas de la fotografía tomada el 19 de abril de ese mismo año por el cirujano Robert Kenneth Wilson y en la que se podía contemplar por primera vez la silueta de un monstruo que habitaba en las profundidades del lago Ness (Escocia).
La foto era trucada y todo fue tramado por Maurice Chambers a petición de Marmaduke Wetherell, que había sido contratado tiempo atrás por el diario. Su relación laboral con la publicación acabó mal y entonces comenzó a perpetrar su venganza. Wetherell quería vengarse del Daily Mail y con la ayuda de Chambers y del Dr. Wilson consiguió burlarse del diario, con un engaño que duró 60 años. En 1994 el yerno de Marmaduke Wetherell decidió contar cómo su suegro, en el lecho de muerte, le había explicado el engaño que seis décadas atrás había llevado a cabo.
En realidad la silueta del monstruo, que sobresalía del lago en la fotografía, era una escultura hecha de arcilla y colocada sobre un submarino de juguete que se sumergió en el lago Ness, después solo hubo que realizar la foto y, para dar más credibilidad al asunto, decir que había sido tomada por el cirujano inglés Robert Kenneth Wilson.
Aunque ya en 1975 estudios sobre la fotografía revelaron que era falsa, se continuó considerando como la primera prueba fehaciente de la existencia del monstruo del lago Ness, un fenómeno que atrae a cientos de miles de curiosos y turistas cada año hasta el lugar, aportando una importante inyección de beneficios económicos a la región.
La foto era trucada y todo fue tramado por Maurice Chambers a petición de Marmaduke Wetherell, que había sido contratado tiempo atrás por el diario. Su relación laboral con la publicación acabó mal y entonces comenzó a perpetrar su venganza. Wetherell quería vengarse del Daily Mail y con la ayuda de Chambers y del Dr. Wilson consiguió burlarse del diario, con un engaño que duró 60 años. En 1994 el yerno de Marmaduke Wetherell decidió contar cómo su suegro, en el lecho de muerte, le había explicado el engaño que seis décadas atrás había llevado a cabo.
En realidad la silueta del monstruo, que sobresalía del lago en la fotografía, era una escultura hecha de arcilla y colocada sobre un submarino de juguete que se sumergió en el lago Ness, después solo hubo que realizar la foto y, para dar más credibilidad al asunto, decir que había sido tomada por el cirujano inglés Robert Kenneth Wilson.
Aunque ya en 1975 estudios sobre la fotografía revelaron que era falsa, se continuó considerando como la primera prueba fehaciente de la existencia del monstruo del lago Ness, un fenómeno que atrae a cientos de miles de curiosos y turistas cada año hasta el lugar, aportando una importante inyección de beneficios económicos a la región.
El "plesiosaurio" japonés
El 25 de Abril de 1977, un barco pesquero llamado Zuiyo-Maru de la compañía pesquera Taiyo Fishery Company Ltd. encontró un extraño animal aproximadamente a 30 millas al Este de Christchurch, Nueva Zelanda.
El cuerpo en putrefacción de un enorme animal se enredó en sus redes de arrastre a una profundidad de 300 metros, nadie salía de su asombro.
La gigantesca criatura pesaba aproximadamente unos 1.800 Kilogramos y se estimó que mediría unos 10 metros de longitud. Una vez izada al barco la idea fue trasladarla a un muelle para su estudio.
Sin embargo el fuerte olor que producía su putrefacción y el hecho de que transportar ese animal les haría perder su preciada carga (por razones de salubridad) les impulsó a tomar muestras de tejidos, sacar unas fotografías y tirar los restos al mar.
Tanto los medios de difusión como las imágenes iniciales hicieron pensar a todo el mundo que se trataba de un plesiosauro, uno de los grandes depredadores marinos con cuello largo y que se creen extintos desde hace al menos 65 millones de años.
La verdad del hallazgo.
Los resultados definitivos de los estudios realizados sobre las muestras de tejido fueron claros: se trataba de los restos de un tiburón peregrino de unos 10 metros de longitud y la extraña forma de su cuerpo se debía al hecho de que se hubiese desprendido su mandíbula inferior.
Por otra parte testimonios de algunos marinos apuntaban la confirmación de haber encontrado un escualo de gran tamaño, ya que según aseguraron el cuerpo únicamente estaba protegido por una especie de esqueleto de cartílago y no huesos como debería haber presentado un plesiosauro
El resultado final del estudio fue concluyente, en un comunicado de 9 hojas se detallaron todos los componentes del animal encontrado y se comprobó con una total seguridad que se trataba de un tiburón ballena en estado de descomposición. Los restos estudiados demostraron ser parte de una estructura cartilaginosa como la que se puede encontrar en el "esqueleto" de los tiburones.
La lista de aminoácidos encontrados en las muestras de tejido fueron a su vez incluso más concluyentes y la reconstrucción del proceso de descomposición de uno de estos escualos demostró que la hipótesis de un plesiosauro aun sin extinguir era descabellada.
El número de vértebras también correspondía mas con un tiburón que con el esqueleto de un plesiosauro que doblaría en número el total de vértebras encontradas en animal hallado. Las costillas descritas a su vez también demostraban el hallazgo de un gran escualo en descomposición.
La imagen de arriba a la derecha representa como el cadáver en descomposición de un tiburón peregrino puede tomar la curiosa forma que se encontró:
A. Tiburón peregrino con la boca cerrada.
B. Tiburón peregrino en el momento de alimentarse.
C. El cuerpo descompuesto del tiburón puede asemejarse a un plesiosauro.
El cuerpo en putrefacción de un enorme animal se enredó en sus redes de arrastre a una profundidad de 300 metros, nadie salía de su asombro.
La gigantesca criatura pesaba aproximadamente unos 1.800 Kilogramos y se estimó que mediría unos 10 metros de longitud. Una vez izada al barco la idea fue trasladarla a un muelle para su estudio.
Sin embargo el fuerte olor que producía su putrefacción y el hecho de que transportar ese animal les haría perder su preciada carga (por razones de salubridad) les impulsó a tomar muestras de tejidos, sacar unas fotografías y tirar los restos al mar.
Tanto los medios de difusión como las imágenes iniciales hicieron pensar a todo el mundo que se trataba de un plesiosauro, uno de los grandes depredadores marinos con cuello largo y que se creen extintos desde hace al menos 65 millones de años.
La verdad del hallazgo.
Los resultados definitivos de los estudios realizados sobre las muestras de tejido fueron claros: se trataba de los restos de un tiburón peregrino de unos 10 metros de longitud y la extraña forma de su cuerpo se debía al hecho de que se hubiese desprendido su mandíbula inferior.
Por otra parte testimonios de algunos marinos apuntaban la confirmación de haber encontrado un escualo de gran tamaño, ya que según aseguraron el cuerpo únicamente estaba protegido por una especie de esqueleto de cartílago y no huesos como debería haber presentado un plesiosauro
El resultado final del estudio fue concluyente, en un comunicado de 9 hojas se detallaron todos los componentes del animal encontrado y se comprobó con una total seguridad que se trataba de un tiburón ballena en estado de descomposición. Los restos estudiados demostraron ser parte de una estructura cartilaginosa como la que se puede encontrar en el "esqueleto" de los tiburones.
La lista de aminoácidos encontrados en las muestras de tejido fueron a su vez incluso más concluyentes y la reconstrucción del proceso de descomposición de uno de estos escualos demostró que la hipótesis de un plesiosauro aun sin extinguir era descabellada.
El número de vértebras también correspondía mas con un tiburón que con el esqueleto de un plesiosauro que doblaría en número el total de vértebras encontradas en animal hallado. Las costillas descritas a su vez también demostraban el hallazgo de un gran escualo en descomposición.
La imagen de arriba a la derecha representa como el cadáver en descomposición de un tiburón peregrino puede tomar la curiosa forma que se encontró:
A. Tiburón peregrino con la boca cerrada.
B. Tiburón peregrino en el momento de alimentarse.
C. El cuerpo descompuesto del tiburón puede asemejarse a un plesiosauro.
jueves, 12 de septiembre de 2013
Mi roca y mi salvación
Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado. Amén.
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