viernes, 20 de septiembre de 2013

El "plesiosaurio" japonés

El 25 de Abril de 1977, un barco pesquero llamado Zuiyo-Maru de la compañía pesquera Taiyo Fishery Company Ltd. encontró un extraño animal aproximadamente a 30 millas al Este de Christchurch, Nueva Zelanda.

El cuerpo en putrefacción de un enorme animal se enredó en sus redes de arrastre a una profundidad de 300 metros, nadie salía de su asombro.

La gigantesca criatura pesaba aproximadamente unos 1.800 Kilogramos y se estimó que mediría unos 10 metros de longitud. Una vez izada al barco la idea fue trasladarla a un muelle para su estudio.

Sin embargo el fuerte olor que producía su putrefacción y el hecho de que transportar ese animal les haría perder su preciada carga (por razones de salubridad) les impulsó a tomar muestras de tejidos, sacar unas fotografías y tirar los restos al mar.

Tanto los medios de difusión como las imágenes iniciales hicieron pensar a todo el mundo que se trataba de un plesiosauro, uno de los grandes depredadores marinos con cuello largo y que se creen extintos desde hace al menos 65 millones de años.

La verdad del hallazgo.

Los resultados definitivos de los estudios realizados sobre las muestras de tejido fueron claros: se trataba de los restos de un tiburón peregrino de unos 10 metros de longitud y la extraña forma de su cuerpo se debía al hecho de que se hubiese desprendido su mandíbula inferior.

Por otra parte testimonios de algunos marinos apuntaban la confirmación de haber encontrado un escualo de gran tamaño, ya que según aseguraron el cuerpo únicamente estaba protegido por una especie de esqueleto de cartílago y no huesos como debería haber presentado un plesiosauro

El resultado final del estudio fue concluyente, en un comunicado de 9 hojas se detallaron todos los componentes del animal encontrado y se comprobó con una total seguridad que se trataba de un tiburón ballena en estado de descomposición. Los restos estudiados demostraron ser parte de una estructura cartilaginosa como la que se puede encontrar en el "esqueleto" de los tiburones.

La lista de aminoácidos encontrados en las muestras de tejido fueron a su vez incluso más concluyentes y la reconstrucción del proceso de descomposición de uno de estos escualos demostró que la hipótesis de un plesiosauro aun sin extinguir era descabellada.

El número de vértebras también correspondía mas con un tiburón que con el esqueleto de un plesiosauro que doblaría en número el total de vértebras encontradas en animal hallado. Las costillas descritas a su vez también demostraban el hallazgo de un gran escualo en descomposición.


La imagen de arriba a la derecha representa como el cadáver en descomposición de un tiburón peregrino puede tomar la curiosa forma que se encontró:
A. Tiburón peregrino con la boca cerrada.
B. Tiburón peregrino en el momento de alimentarse.
C. El cuerpo descompuesto del tiburón puede asemejarse a un plesiosauro.

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