Jesús había sanado a un mudo y estaba predicando a las multitudes.
"Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: Bienventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. Y él le dijo: Antes bienaventurados los que oyen la Palabra de Dios, y la guardan."
San Lucas 11:27.
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